Aunque dejaron de cebarse con la frente, tuvo que llegar la vigésima para que Nicanor aprendiese la lección: es mejor contar hasta veinte antes de divulgar nada que se pueda volver contra uno mismo.
Y si no se vuelve contra uno mismo, lo hará contra alguien próximo, seguro.
Mejor contar hasta veinte y luego no contar nada de nadie que no sea estrictamente bueno: se tarda menos en aprenderlo y es menos doloroso.
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